Tahití el paraíso con el que hoy soñamos

22 abril, 2021
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Un triángulo en el medio del océano Pacífico compuesto por más de un centenar de islas bañadas por aguas de una gama de azules y turquesas que ni siquiera sabíamos que existían. Ni tan lejos ni tan cerca, a una distancia en equilibrio con lo que representa, aparece la Polinesia francesa.
Por @yacobuccicotelo Freddy Yacobucci – Fotos @marcelocervino Marcelo Cerviño

Creo que vamos a coincidir que cada vez más buscamos destinos que no estén copados de visitantes, hoy más que nunca, que sean maravillosos en algún modo y, en lo posible, no tan caros. Creo que si hablamos de destinos de playas, Tahití –parte del archipiélago de la Sociedad, en la Polinesia francesa, en pleno corazón del océano Pacífico– se acerca a esta lista de atributos.

Lo primero que hay que decir es que no está tan lejos. Es lo mismo que volar desde el Cono Sur a Europa o Nueva York que a Papeete –la mayor de las islas y capital administrativa del archipiélago–. Ahora, en costos, por ahí andan.

También hay que destacar que son tantas islas que jamás se sentirá agobiado de gente; por el contrario, creerá que está en una exclusiva. En cuanto a hoteles, los hay de una gama tan variada que es posible encontrar el adecuado a sus gustos y bolsillo: desde los lujosos bungalós de ensueño sobre el mar, hasta los rústicos y acogedores a orillas de una relajada playa o piscina.

Por ser un polo turístico que a la vez está conformado por muchos destinos, recomendamos no armar el viaje solo ni a través de la web, sino mediante un asesor de viajes.

Si además tiene experiencia y especialización en el destino mucho mejor, ya que de esta manera podrá lograr un viaje al paraíso en la Tierra de acuerdo con el presupuesto que mejor le siente.

Un poco de historia

Entrar en detalles de fechas y datos duros no es quizá la mejor introducción a este destino, no obstante, es interesante conocer un poco acerca de su historia. Los cinco archipiélagos con más de un centenar de islas que dan forma a la Polinesia francesa son el eje vertebral de la cultura maorí que está presente en Nueva Zelanda, Hawaii, Rapa Nui (en Chile) y Tahití.

Más precisamente en la Isla Raiatea, que se encuentra a tan solo 45 minutos de vuelo desde Papeete, se debe visitar Tapu Tapu Atea, una zona arqueológica donde se llevaron a cabo muchísimos estudios para tratar de desentrañar el origen de los pobladores del archipiélago. Curiosamente, contra todo pronóstico y a medida que se estudiaba e investigaba, mayor era la confusión.

Mientras algunas teorías sostienen que los indígenas llegaron desde México o Perú, se encontraron restos fósiles de etnias chinas. Finalmente, parece ser más un mix de etnias que la llegada de una en particular el que dio origen a los maoríes. Lo que sí se pudo establecer tras la investigación es que los restos que descansan en estas ruinas son un de rey, y que su gran hazaña fue lograr unir los pueblos de los cinco archipiélagos allá por el 1100 o 1200 d.C., terminando con sus guerras.

En la visita a este sitio arqueológico es posible conocer más de sus costumbres y creencias para comprender mejor a este pueblo. A estas ruinas podrá llegar de muchas maneras: la mejor opción es en un tour en bote, ya que además podrá disfrutar de la navegación y acceder a una isla con increíbles playas para realizar un picnic a orillas de sus aguas cristalinas.

Ideal si lo hace con Teva y Flo, un matrimonio que hará su visita muy relajada y entretenida, logrando el match perfecto para un día divertido y cultural.

Sumergiéndose en el mundo maorí

Taha’a, situada a 5 km. al oeste de Raiatea, es una de las islas de Sotavento del archipiélago de las islas de la Sociedad. Desde el mismo aeropuerto de Raiatea es posible llegar hasta este maravilloso lugar en lanchas en un trayecto de 20 a 35 minutos.

Le sugerimos entre todas las posibilidades probar con Puerani Tours, un emprendimiento familiar que hará del cruce algo muy entretenido. Ya en la isla, dos hermanos lo reciben en una 4×4 para llevarlo a un tour que incluye la visita al taller de perlas que maneja su madre, donde es posible aprender sobre el arte del cultivo de estas bellezas a orillas del mar, pudiendo disfrutar de un paisaje autóctono para aprender, conocer y también comprar increíbles y únicas perlas.

Taha’a es conocida como la Isla Vainilla por sus plantaciones de vainilla, producto insignia de este lugar. Junto a Puerani Tours recorrimos una de estas plantaciones para luego terminar en la casa de esta familia, donde degustamos exquisiteces locales preparadas por ellos mismos con productos frescos y típicos de la Polinesia. Lo mejor es que pudimos compartir y conversar con ellos, aprender de su cultura, lengua y costumbres que ellos narran orgullosos. Imagínese esto en una mesa ubicada estratégicamente al lado del mar para disfrutar del paisaje imponente y junto a la cocina de un hogar típico tahitiano. En un costado cuentan con una pintoresca tienda donde se puede adquirir joyas de perlas, productos hechos con vainilla, artesanías y otros artículos ligados a su cultura.

Realmente son tan encantadores que se nota que todo lo hacen desde el sentir y la espontaneidad, tanto que al momento de despedirse uno termina haciéndolo con un abrazo sentido. Un bello recuerdo que se podrá llevar y que es imposible de cuantificar. Taha’a cuenta con un maravilloso hotel 5 estrellas, Le Taha’a, con villas y bungalós sobre el mar, muy privado y tranquilo. Lo peculiar de este complejo es que está realizado de manera sustentable, utilizando materiales de la Polinesia y dando priori-dad a sus productos y costumbres.

Puede parecer muy caro, pero a la hora de analizar precio/calidad no lo es tanto. Se lo recomendamos absolutamente, así podrá complementar todas las experiencias. Una opción más económica es el Opoa Beach Resort, en Raiatea, un hotel boutique con nueve bungalós a orillas del mar con restaurante, donde la atención cálida y el relajo total son las consignas.

Es importante destacar que en la Polinesia encontrará opciones de todo tipo: lujosos hoteles, más del tipo boutique, o pensiones familiares muy confortables. Dependiendo de lo que quiera y el presupuesto, es un destino que con la planificación correcta se puede visitar.

Opciones para vivir como un príncipe

Ahora bien, si quiere darse un gustito y vivir el destino con lujo obviamente no le van a faltar opciones, como las embarcaciones Premium. Tahiti Yatch Charter –con 25 años de trayectoria y base en Raiatea– arrienda maravillosos barcos además de una tremenda flota de catamaranes. Tiene rutas de 3 a 6 noches, con programas de Huahine a Raiatea o de Raiatea a Bora Bora, además de otros circuitos que varían en días y destinos.

Hay embarcaciones para dos, cuatro o cinco personas, además de catamaranes para hasta 10 pasajeros. Vale decir que al ser barcos privados el costo es por el total de pasajeros del navío y no por pasajero embarcado. El servicio es de excelencia, pero no es ese lujo extravagante: es muy europeo y de buen gusto.

Cada nave cuenta con una tripulación de dos personas, ya sea para el más pequeño donde viajan dos, como para el más grande. Incluye todo: comidas, bebidas sin alcohol, actividades y usted mismo decide qué quiere hacer y cuando. Si le dan ganas de hacer esnórquel en un arrecife de coral, solo lo pide; o si se le ocurrió nadar o flotar en aguas cristalinas, lo manifiesta y el catamarán se detiene. Ahora, si es amante del surf, el navío lleva el equipamiento necesario.

Pudimos experimentar un día de travesía desde Raiatea a Taha’a y fue alucinante. Me sentí mimado, atendido y sobre todo en relax total. En cuanto a gastronomía, la tripulación preparará de acuerdo a sus gustos los menúes que van de lo tradicional a lo light o más gourmet. Todo lo que probamos a bordo fue exquisito. En caso de que quiera beber alcohol, deberá solicitarlo con anticipación. Por ejemplo, si su grupo de amigos o familia desean tomar espumante, cervezas o vodka para la travesía, le informan a la empresa y se suma un 10% más por el servicio.

Si decide tomar uno de estos itinerarios que termine ya sea en Raiatea o en Bora Bora, al finalizar el crucero la empresa lo traslada al hotel que haya escogido para completar las vacaciones en una de las islas. Uno debe pensar “yo me lo merezco” y darse el gusto. Mientras lee estará pensando cuánto cuesta, debe ser carísimo, y la verdad que en suma y resta no es un disparate. Aproximadamente un itinerario de tres noches cuesta € 1.000 por persona (a razón de € 333 la noche) en servicio privado, incluido todo, definitivamente más que razonable. El cálculo se hace por persona, dependiendo la cantidad será el catamarán a utilizar. Le recomiendo hacer un grupo de 10 amigos o familia y viajar en grande, es fantástico. Los de dos son más confortables, sirven para una luna de miel o simplemente un viaje de amigos.

Esta experiencia es para complementar con otras y así armar la estadía de al menos 10 días, el tiempo mínimo recomendable para conocer, disfrutar y encantarse con este destino, que sin duda es un imperdible.

Isla Tikehau, un destino para post pandemia

Esta isla es de las menos nombradas cuando se piensa en el destino, pero quizás sea la que más represente el ideal de viajar a la Polinesia. Se hace difícil encontrar las palabras adecuadas para describir y transmitir el lugar y las sensaciones vividas. Pilares como la sustentabilidad, naturaleza, paz y respeto son los que hacen que este sitio sea especial.

Esta isla, o más precisamente atolón, se encuentra a una hora de avión desde Papeete, llegando a un pequeño, rústico y pintoresco aeródromo (donde opera diariamente Air Tahití en modernos ATR72) que forma parte del encanto. Allí nos espera gente del Pearl Tikehau Resort, único en su tipo en esta isla. Estos anfitriones se encargan del equipaje para luego de 5 minutos llegar al muelle, abordar el bote que tras 15 minutos llega al hotel mismo. Con un comienzo así es posible intuir lo que sigue.

El Pearl Tikehau Resort es el único hotel de lujo, pero con un estilo rústico en Tikehau. Está en el medio de la nada, donde la sustentabilidad es el eje del lugar y uno pasa a ser parte y protagonista de este valor: la simpleza y el buen gusto marcan un estilo de vida que se basa en el respeto a la madre naturaleza. Acá es posible sentir el silencio, la suave brisa, el sonido del mar, admirarse con sus aguas cristalinas de muchas tonalidades azules y turquesas que hipnotizan al más insensible. Desde la orilla es posible ver todo tipo de peces, corales y vida marina.

Este sitio –que entre su oferta cuenta con los famosos bungalós sobre el mar en dos categorías– cuenta con múltiples actividades, pero todas en armonía con el concepto: no va a encontrar música en vivo, ni jetski, ni actividades a motor, ni nada que produzca contaminación acústica, ¿quién las quiere?. Por el contrario, lo ideal es hacer esnórquel, rekking, bike en la villa (que está a 15 minutos en bote), nadar o simplemente fluir en la paz del sitio. No hay fiestas, ni actividades tipo zumba, ni nada que produzca aglomeraciones de personas y ruidos. ¡Me encantó!

Cuenta con un hermoso bar casi al aire libre y un restaurante casual y elegante con precios totalmente accesibles. También es posible contratar planes de media pensión si así lo desea. La otra Polinesia. Pude nadar en esas aguas paradisíacas, caminé por un atolón de arenas blancas, hicimos tours fotográficos de manera libre. Miré un atardecer desde la arena mientras bebía agua de coco y volví a estar en comunión como niño con la naturaleza en su esplendor, andando descalzo todo el tiempo, en resumen, sintiendo todo. Indescriptible.

Como anécdota, le cuento que, si no se aloja en los bungalós sobre el mar, en los de playa –que están todos junto al mar– los baños son como un jardín al aire libre, con toda la privacidad necesaria, pero un jardín, al fin y al cabo. Ducharse entre las plantas y flores mirando el cielo brinda una gran sensación de libertad. Cabe destacar que este resort cuenta con una capacidad de no más de 100 pasajeros, la particularidad es que inclusive estando completo le va a parecer que está vacío, porque es tan grande el atolón donde está emplazado que difícilmente se va a encontrar entre multitudes.

Este lugar es posible complementarlo con los más famosos de Tahití, o bien con un catamarán, pero vale cada hora de avión y dólar invertido.  Si se pregunta cuánto tiempo estar acá, depende de lo que busque. Yo feliz me hubiera quedado una semana en este spa natural, pero por al menos tres noches vale la pena pegarse el pique. Un imperdible para los amantes de la naturaleza en su estado puro.

Hay que darse el gusto de conocer la Polinesia francesa. Da más placer que cambiar el coche, créame, más asentido cobra ahora después de la pandemia que nos ha azotado, comience a planificar este viaje, permítaselo.

Más información https://tahititourisme.com/

 

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